3/5/10

Me dormía en aquel escenario de hormigón pintado de celeste, donde otros habían subido a hacer sus demostraciones. Yo había esperado pero finalmente me habían avisado que no, que no se había podido hacer y que iban a salir igual sin mí. Alguien cantaba una canción o algo similar, un cuento quizás. Y después apagaban las luces. Pero me daba cuenta de que a pesar de haber querido estar sobre ese escenario toda la tarde, para dormir resultaba muy incómodo. Y me quedaba quieta mirando la oscuridad.

.....


Era un tobogán gigantesco. No tenía ningún problema en cruzarlo, al principio. Después arriba se me ocurría que, a lo mejor, si me daba miedo me caía. Y me agarraba de la baranda, por las dudas. Pero a cada paso el miedo aumentaba. Y así también la certeza de que me iba a caer. No podía ver bien qué distancia había hasta el piso.
Una amiga, acercándose, me mostraba una escalera que yo no había visto y que estaba justo en la mitad. Así que no había necesidad de ir hasta el otro lado. Se podía bajar cómodamente por esa escalerita. Yo descendía sintiendo que aquello no estaba del todo vertical, pero aún así, descendía. Cómodamente.

No hay comentarios: